Las heridas emocionales surgen a raíz de experiencias traumáticas vividas durante la infancia. Estas heridas pueden alterar profundamente la manera en que se establecen los lazos afectivos, generando patrones de apego inseguros o desorganizados. La inseguridad en el vínculo temprano con los cuidadores principales puede llevar a una percepción fragmentada de la realidad interna, conductas autodestructivas y una dependencia afectiva exagerada.
Entre las heridas emocionales más comunes se encuentra la herida de abandono, que se origina cuando el niño percibe una falta de presencia o atención emocional por parte de sus cuidadores. Esta herida puede derivar en una necesidad constante de validación y miedo a la soledad.
Qué es una herida emocional, cómo se forma y cómo impacta en tu vida
Las heridas emocionales son traumas de tipo psicológico que repercuten negativamente en la salud mental de la persona, interfiriendo en su capacidad para desarrollarse de forma equilibrada. Estas heridas inciden directamente en la infancia, una etapa crucial del desarrollo de la personalidad, la cual, se moldea a partir de diversos elementos:
- Enseñanzas de los cuidadores principales sobre las normas de comportamiento.
- Observación de los comportamientos de las figuras de referencia.
- Errores cometidos.
- Normas sociales establecidas.
- Vivencias vitales dolorosas.
Cuando se atraviesan vivencias adversas durante su infancia, se tiende a construir una personalidad orientada a evitar el sufrimiento. A pesar de que el vivir experiencias sanas pueda ayudar a estas heridas emocionales, la base de esa personalidad herida suele mantenerse.
Una personalidad herida se caracteriza por operar en un estado de hipervigilancia, actuando con desconfianza y alerta constantes. Por ejemplo, interpretando las intenciones ajenas como amenazas potenciales.
Los recuerdos de relaciones que causaron daño mantienen esta forma de ser y activan respuestas defensivas. En este contexto, la personalidad herida protege del dolor emocional original, pero el «niño interior» no sanado la dirige y reproduce el trauma vivido.
¿Por qué se genera la herida de abandono?
Generalmente, se origina en una infancia marcada por la falta de presencia emocional o física de figuras importantes, lo cual, desencadena en una sensación constante de vacío y desamparo. Para sobrellevarla, quienes la sufren tienden a adoptar una actitud dependiente con los otros, buscando la constante validación externa. El aislamiento les resulta intolerable, por lo que tienden a rodearse de personas, a veces llegando a forzar la atención. Sin embargo, este deseo de cercanía convive con la preocupación de incomodar o ser rechazados, lo que genera un conflicto interno constante.
Este tipo de herida suele estar vinculada a un estilo de apego ambivalente. Los niños que la padecen, tienden a desarrollar una fuerte necesidad de atención y compañía, combinada con el temor constante de ser abandonadas. Pueden volverse emocionalmente dependientes, inseguros y con dificultades para confiar plenamente, ya que, temen que cualquier vínculo profundo pueda terminar en un nuevo abandono.
Suelen sentir que no son lo suficientemente valiosos como para ser amados, lo que los lleva a creer que necesitan apoyarse en alguien más para enfrentar la vida. Cuando un niño enfrenta abandono o falta de cuidado de manera reiterada, tiende a asumir que no es digno de afecto, lo cual da lugar a creencias negativas profundamente instaladas sobre su identidad y valía personal. Les cuesta confiar en sus propias capacidades, y pueden ser vistos como exagerados o incluso inactivos, cuando en realidad su dificultad radica en afrontar las cosas en soledad: necesitan compañía para sentirse seguros y motivados.
Diferencias entre abandono físico y emocional
El abandono físico implica la ausencia física de los cuidadores primarios debido a factores como el fallecimiento, el divorcio, la separación o la negligencia de las necesidades básicas. En contraste, el abandono emocional ocurre cuando los cuidadores están físicamente presentes pero emocionalmente inaccesibles, no responden a las necesidades del niño o son inconsistentes en la provisión de amor, apoyo y cuidado. Esto puede incluir la invalidación de las emociones, el ridículo o el trato inapropiado para la edad del niño.
La distinción entre el abandono físico y emocional es fundamental. El abandono emocional, aunque menos visible, puede ser igualmente perjudicial y contribuir de manera significativa a la herida de abandono. El desarrollo emocional de un niño depende en gran medida del apoyo emocional constante de sus cuidadores. Incluso si se satisfacen las necesidades físicas básicas, una falta de conexión emocional puede generar sentimientos de aislamiento e inutilidad, componentes centrales de la herida de abandono.
Cómo afecta la herida de abandono en adultos a las relaciones, la autoestima y el comportamiento
Bourbeau, L. (2011). Las 5 heridas que impiden ser uno mismo. Ediciones Obelisco.
Guardado Mejía, B. A. (2025). Cicatrices invisibles: la importancia de tratar las heridas emocionales. Realidad Y Reflexión, 1(60), 107–122. https://doi.org/10.5377/ryr.v1i60.19870