¿Qué es el temperamento?
El temperamento es el patrón fundamental de conducta y reacción emocional que se establece en el ser humano desde las etapas tempranas de la infancia. En otras palabras, constituye el componente biológico y genético de nuestra personalidad.
Este conjunto de características es innato, es decir, no es aprendido, y exhibe una notable estabilidad a lo largo del tiempo. El temperamento funciona, por lo tanto, como el cimiento biológico sobre el cual se desarrolla y se moldea la personalidad de cada individuo a lo largo de su vida.
El temperamento como base biológica de la personalidad.
- El cimiento de la personalidad: Se trata de un fenómeno que emerge en la primera infancia y que actúa como el fundamento biológico de la futura personalidad de la persona.
- Estabilidad y desarrollo a lo largo del tiempo: El temperamento es relativamente estable, lo que lo diferencia de otros componentes de la personalidad que son más variables. Si bien es de naturaleza innata (se nace con él), la comprensión y la observación completa de sus rasgos solo se logra a medida que los componentes de la personalidad se van consolidando plenamente a través del proceso de desarrollo.
- El impacto del entorno y la crianza: Aun siendo una base biológica, las manifestaciones del temperamento pueden ser moduladas significativamente por el entorno. El influjo más determinante proviene de las prácticas educativas parentales y la dinámica familiar. En otras palabras, a pesar de que el temperamento es una característica biológica, la forma en que este se manifiesta puede ser modificada de manera significativa por el entorno. La influencia más crucial proviene de las prácticas educativas de los padres y de la dinámica familiar.
9 Dimensiones clave del temperamento
Desde una perspectiva científica, se ha determinado que el temperamento está fuertemente influenciado por factores genéticos (herencia) y por la actividad química del cerebro.
Las investigaciones han permitido identificar diversas dimensiones esenciales que componen el temperamento y que son cruciales para comprender el comportamiento humano:
Las investigaciones pioneras de Thomas y Chess sobre el temperamento infantil se vieron influenciadas por los marcos teóricos que previamente habían propuesto investigadores como Cattell (en 1950), Guilford (en 1959) y Goldsmith (en 1987). A partir de estas bases, Thomas y Chess articularon un conjunto de nueve dimensiones temperamentales esenciales.
A continuación, se describen las nueve categorías que definen el temperamento:

1. Nivel de actividad
Se refiere a la energía motriz que exhibe el niño, determinada por la proporción entre el tiempo dedicado a actividades dinámicas y los periodos de quietud a lo largo del día.
2. Regularidad rítmica
Describe la predictibilidad (o la falta de ella) en los patrones temporales de las funciones biológicas. Se puede evaluar observando la consistencia en el ciclo de sueño-vigilia, el apetito, los horarios de alimentación o los esquemas de eliminación.
3. Aproximación o retirada
Define la forma en que el niño reacciona inicialmente ante un estímulo nuevo, ya sea un alimento, un juguete o una persona.
- Las respuestas de aproximación son positivas, manifestándose a través de expresiones afectivas (sonrisas o vocalizaciones) o de actividad motriz (como aceptar un nuevo alimento o intentar alcanzar un objeto).
- Las reacciones de retirada se consideran negativas, pudiendo ir acompañadas de expresiones de malestar (llanto, muecas, gestos) o simplemente al evitar el objeto o la sustancia.
4. Adaptabilidad
Mide la facilidad con la que el niño ajusta o modifica su respuesta ante situaciones desconocidas o cambiantes. Lo relevante no es la reacción inicial en sí, sino la rapidez con que dicha respuesta se encamina hacia el comportamiento deseado.
5. Umbral de respuesta sensorial
Corresponde a la mínima intensidad de estimulación requerida para que el niño demuestre una reacción perceptible. Esta sensibilidad se mide sin importar la modalidad sensorial específica involucrada ni la naturaleza concreta de la respuesta.
6. Intensidad de la reacción
Indica el grado de energía que posee una respuesta, con independencia de su cualidad (positiva o negativa) o de su dirección.
7. Cualidad del estado de ánimo
Establece la proporción entre los estados afectivos placenteros, alegres y amistosos, en contraposición con las conductas que reflejan displacer, hostilidad o infelicidad.
8. Distracción
Evalúa la eficacia con la que los estímulos externos o ambientales logran interrumpir o desviar la acción o conducta que el niño estaba realizando en un momento dado.
9. Persistencia y atención
Estas dos dimensiones están íntimamente ligadas. La persistencia se relaciona con la capacidad del niño para continuar una actividad a pesar de los obstáculos o las interrupciones. La capacidad de atención se refiere a la duración del tiempo que el niño es capaz de mantener o sostener su concentración en una actividad específica.
Cada individuo posee una combinación única de estas dimensiones. Esta configuración temperamental no solo define la forma en que una persona interactúa con su entorno, sino que también puede influir en su susceptibilidad o resistencia ante ciertas condiciones de salud a lo largo de su existencia.
¿Cuáles son los 3 tipos de temperamento?

- El Temperamento sencillo (Fácil): Este patrón se caracteriza por la conjunción de una gran regularidad en las funciones biológicas, una marcada predisposición a la aproximación ante estímulos o situaciones nuevas, una rápida adaptabilidad a los cambios del entorno y un predominio de un estado de ánimo positivo, cuya intensidad es leve o moderada.
- El Temperamento difícil: Este perfil constituye la antítesis del temperamento fácil, destacando principalmente por una acentuada irregularidad biológica. Los individuos exhiben una tendencia al aislamiento o a la retirada frente a lo desconocido, una adaptación lenta a las modificaciones del entorno y manifiestan expresiones afectivas negativas de manera frecuente e intensa.
- El Temperamento de adaptación lenta: Esta clasificación se caracteriza por englobar tanto las tendencias a evitar lo novedoso como una asimilación lenta de los cambios. Sin embargo, las reacciones de desaprobación que expresan son generalmente leves, aunque habituales. A estos individuos frecuentemente se les etiqueta como personas introvertidas.
Temperamento y desarrollo, cómo influye en la personalidad
Diversas investigaciones académicas sugieren que el temperamento influye en las personas al menos de tres maneras fundamentales:
1. La inclinación a elegir entornos y actividades
El temperamento de una persona orienta sus preferencias hacia ciertas actividades y entornos. Por ejemplo, un individuo con un temperamento marcadamente sociable buscará activamente la interacción y compañía de otros.
2. La reacción del entorno ante el comportamiento infantil
Las conductas tempranas y características innatas de un niño, a su vez, influyen de manera directa en cómo los demás reaccionan ante él. Es decir, la naturaleza de estas interacciones tempranas tiene un profundo impacto en la formación de su personalidad y habilidades sociales.
3. El efecto diferencial de las experiencias
A raíz de los puntos anteriores, las mismas circunstancias o vivencias pueden generar resultados marcadamente diferentes en menores con distintos tipos de temperamento.
Este ejemplo refuerza la idea de que la interacción genotipo-ambiente (temperamento innato versus experiencia externa) es clave para determinar la trayectoria del desarrollo. En otras palabras, la personalidad es el resultado de la influencia mutua entre el componente genético y el ambiente en el que crecemos.
Moldea tu temperamento con la neuroplasticidad y la terapia para el cambio personal
Al analizar estos tres perfiles clave (el Sencillo, el Difícil y el de Adaptación Lenta), podría inferirse que el temperamento es el origen de nuestras tendencias conductuales y nuestra identidad en la etapa adulta. Sin embargo, es fundamental comprender que el temperamento representa únicamente una fracción de nuestra personalidad total. Si bien es cierto que esta base biológica persiste con el crecimiento, se transforma y se moldea mediante las vivencias y el aprendizaje adquirido. En consecuencia, la personalidad se establece como el resultado integral de la biología y la experiencia. Nuestra percepción y capacidad de ajuste al mundo emergen de la constante interacción de estos dos componentes.
Existe una creciente base de evidencia que indica que el componente de aprendizaje posee una influencia superior a la base biológica en la configuración de la personalidad. Descubrimientos científicos, como el concepto de neuroplasticidad, validan esta premisa.
La neuroplasticidad es un mecanismo intrínseco del cerebro que le permite ejecutar modificaciones tanto a nivel estructural como funcional, impulsado por estímulos tanto internos como externos a los que se expone. Dicho de otro modo, la ciencia ha comprobado que el sustrato biológico de la personalidad posee una naturaleza maleable y adaptable, lo cual lo hace susceptible de ser modificado.
Aunque este concepto comenzó a explorarse a principios del siglo XX, hoy en día es un pilar fundamental en los procesos de terapia psicológica. Gracias a la neuroplasticidad, se logra un progreso significativo en la recuperación y adaptación de pacientes cuyas características innatas les provocan malestar o dificultan su integración efectiva en el entorno.




