Desde los primeros meses de vida, los bebés comienzan a estructurar internamente cómo entienden sus conexiones con los demás. Esta organización mental es el resultado de interacciones constantes y repetidas con sus cuidadores principales. Especialmente en momentos donde la necesidad de cercanía y seguridad es más intensa.
Desarrollo del apego infantil: clave para la salud emocional temprana
A través de estas experiencias, el niño forja lo que se conoce como «modelos de trabajo internos»: una especie de esquema donde aparece representada la figura de apego y él mismo.
- Si el niño recibe un cuidado cariñoso, protector y sensible, desarrollará la convicción de que su cuidador es una fuente fiable de amor y protección. Simultáneamente, esto le ayudará a que construya una imagen positiva de sí mismo, percibiéndose digno de ser querido, cuidado o tratado con respeto.
- Por el contrario, si el pequeño carece de atención adecuada, protección o afecto, creará una percepción de su cuidador como alguien que no le brinda bienestar ni amor. Esto, a su vez, le puede llevar a desarrollar una visión de sí mismo como alguien que no merece amor, protección o un trato amable.
Cómo el miedo influye en el apego infantil desorganizado
Main y Salomon fueron los primeros autores en identificar y explicar en qué consistía el apego desorganizado. Utilizaron el término desorganizado o desorientado para caracterizar un conjunto de conductas inusuales y que denotaban miedo en los niños. Estas conductas no se habían observado ni clasificado en los estudios previos que empleaban la Situación Extraña, y no encajaban en ninguno de los patrones de apego ya conocidos.
Estos autores señalan que un aspecto central para entender el apego desorganizado es el miedo. La característica definitoria de estos comportamientos es que el niño vive una «situación de miedo sin una salida aparente». Así, la figura de apego, que debería ser una fuente de seguridad, se convierte paradójicamente en el origen de la amenaza y, por tanto, del temor del niño.
Los niños con este patrón de apego a menudo exhiben intenciones contradictorias. Por ejemplo, pueden acercarse a sus padres mientras giran la cabeza, buscando proximidad y distancia al mismo tiempo. Otras manifestaciones de miedo incluyen gestos asustados directos o, de forma más sutil, conductas desorganizadas o una paralización total de movimientos durante los reencuentros. En estas circunstancias, a pesar de su necesidad de ayuda, los niños no logran desarrollar una estrategia de apego consistente y segura, ya sea de evitación o de resistencia-ambivalencia, hacia su cuidador.
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3 Factores que influyen en el desarrollo del apego desorganizado
El apego desorganizado en la infancia puede surgir de diversas fuentes, más allá de la mera ocurrencia de maltrato directo. Si bien la negligencia y el maltrato son experiencias aterradoras para un niño, afectando drásticamente su seguridad y la forma en que los padres establecen límites (a menudo recurriendo a amenazas, castigos o el uso de fuerza para obtener obediencia), la investigación ha revelado otros caminos hacia esta desorganización.
La influencia de la salud mental de los padres en el Apego Infantil
Las problemáticas de salud mental de los padres a menudo se vinculan estrechamente con el apego desorganizado en los niños. La falta de resolución psicológica del propio apego en los cuidadores principales emerge como un factor crucial en la transmisión intergeneracional del trauma.
Durante la interacción con sus hijos, los cuidadores pueden experimentar breves estados disociativos. En esos momentos, se «desconectan» de la interacción y quedan absortos en experiencias traumáticas pasadas. Su estado emocional deja de corresponderse con la situación actual. El bebé puede verse expuesto de forma repentina a emociones disociadas de la madre o el padre que resultan abrumadoras, sobre todo cuando su sistema de apego está activado.
Si el cuidador no está psicológicamente presente, la respuesta que el niño recibe puede ser, en el mejor de los casos, irrelevante para sus necesidades de seguridad y regulación emocional. Comprender esta dinámica es clave para abordar el bienestar infantil.
Insensibilidad de los padres y apego desorganizado
Lyons-Ruth, Bronfman y Parsons sugirieron que no solo el comportamiento atemorizante del cuidador contribuye a este patrón, sino también una comunicación afectiva altamente insensible a las necesidades emocionales y de cercanía del niño.
Según su modelo, una respuesta parental insensible, como una prolongada ausencia emocional o reacciones extremas puede ser tan angustiante para el niño como las acciones que generan miedo directo.
Por su parte, el concepto de «cuidado desconectado» va más allá del simple «desinterés». Describe cambios súbitos e impredecibles en el comportamiento del cuidador, sin gestos explicativos ni expresiones de afecto o alegría. Esto impide que el niño comprenda y contextualice la situación, afectando su desarrollo del apego.
Para que un bebé forme un apego seguro, necesita que su cuidador le ofrezca proximidad y consuelo adecuados. Sin embargo, si la respuesta parental es extremadamente inconsistente o contradictoria, el niño no podrá desarrollar estrategias coherentes de afrontamiento (evitación o ambivalencia-resistencia).
Comunicación interrumpida
El sistema AMBIANCE incluye la evaluación de cinco aspectos fundamentales de la comunicación parental errónea:
- Errores Afectivos de Comunicación: Como señales contradictorias o falta de respuesta apropiada ante la angustia del niño.
- Desorientación: Manifestaciones de confusión o miedo hacia el propio niño, o pérdida repentina de afecto.
- Conducta Negativa-Intrusiva: Incluyendo burlas verbales o tirones físicos bruscos.
- Confusión de Rol: Por ejemplo, que el padre o la madre busquen consuelo en el niño o empleen un tono sexualizado.
- Retraimiento: Creando distancia física o verbal, como no saludar al niño tras una separación.
Comprender estos aspectos de la comunicación parental es fundamental para identificar los factores de riesgo del apego desorganizado y apoyar el desarrollo emocional infantil.
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Apego desorganizado en adultos y cómo se manifiesta
Las personas adultas que han desarrollado un patrón de apego desorganizado a menudo navegan sus relaciones íntimas con una mezcla de conductas contradictorias y confusas. Esta inconsistencia suele derivar en dinámicas relacionales inestables y caóticas.
Entre las manifestaciones más comunes de este estilo de apego desorganizado se encuentran:
- Dificultad para establecer vínculos estables: Quienes lo experimentan oscilan entre un profundo deseo de intimidad y una tendencia a rechazarla o a desconfiar. Pueden anhelar la cercanía, pero, al mismo tiempo, sentirse incómodos o asustados por ella.
- Comportamientos inconsistentes: Es común que muestren afecto y busquen aprobación, para luego, de forma abrupta, reaccionar con hostilidad, humillación o rechazo hacia su pareja o amigos.
- Dificultades para cuidar a los demás y dejarse cuidar a sí mismos: Les cuesta mucho expresar emociones a los demás de manera ajustada, dificultándose las conductas de cuidado hacia los demás. Por ejemplo, mi pareja está agobiada en el trabajo pero no sé que puedo hacer yo en estos casos. Por otro lado, les cuesta dejarse cuidar por los demás ya que no se creen merecedores de cariño.
- Miedos intensos en las relaciones: Experimentan un marcado miedo al abandono y al rechazo, pero también al compromiso y a la intimidad profunda. Esta ambivalencia les dificulta enormemente mantener relaciones sanas y duraderas.
- Problemas de regulación emocional: Suelen tener una baja tolerancia a la frustración, lo que puede manifestarse en explosiones de ira, llanto incontrolado o un fuerte retraimiento. La ira no resuelta es frecuente y puede expresarse a través de la impulsividad o la agresividad.
- Tendencia a la disociación: Como mecanismo de defensa ante situaciones abrumadoras, pueden «desconectarse» emocionalmente o perder el contacto con la realidad. Esto se observa como una falta de conexión afectiva o incluso amnesia disociativa.
- Baja autoestima y autoconcepto confuso: Poseen una percepción negativa de sí mismos y pueden sentir que no merecen amor o un trato digno. En sus vínculos, a veces sienten que pierden su propia identidad o les cuesta discernir qué quieren o sienten realmente.
- Necesidad de control en vínculos: Desarrollan una inclinación excesiva a intentar controlar sus relaciones, impulsados por el miedo a ser heridos o abandonados.
- Repetición de patrones relacionales disfuncionales: Se sienten atraídos por dinámicas que, de forma inconsciente, replican experiencias traumáticas de su infancia, perpetuando un ciclo de estrés y malestar en sus vidas adultas.
- Dificultad para confiar plenamente: Incluso en relaciones donde hay amor y apoyo genuino, una persistente sensación de peligro puede impedirles confiar por completo.
Comprender estas manifestaciones es crucial para quienes buscan mejorar sus relaciones interpersonales y abordar los efectos del apego desorganizado en la adultez.
Bibliografía
Bowlby J. El Vínculo Afectivo. Barcelona: Paidós; 1976.
Álvarez-Segura, M., & Lacasa Saludas, F. (2022). Vías de desarrollo del apego desorganizado: maltrato y cuidados tempranos alterados. Revista De Psiquiatría Infanto-Juvenil, 39(2), 29–40. https://doi.org/10.31766/revpsij.v39n2a4