Qué es EMDR y cómo actúa en el cerebro
La terapia EMDR sugiere que las manifestaciones sintomáticas actuales del paciente tienen su origen en vivencias traumáticas pasadas que no fueron procesadas adecuadamente. El resultado es que estos recuerdos persisten en un estado de almacenamiento anómalo, repercutiendo directamente en el bienestar psicológico.
Muchos pacientes llegan a terapia con el sentimiento de estar atrapados en sus recuerdos. Han hablado de ellos, los han racionalizado, pero no logran superar la carga emocional que llevan consigo. Aquí es donde entra el tratamiento EMDR. Su objetivo no es borrar lo vivido, sino transformar la forma en que ese recuerdo afecta a la persona en el presente.
Durante una sesión de EMDR, el terapeuta guía al paciente para que se concentre brevemente en un recuerdo doloroso mientras se estimula al cerebro de manera bilateral (como sonidos alternos o golpecitos en las manos). Mediante procedimientos específicos, la terapia EMDR facilita al paciente acceder a estos recuerdos, posibilitando su adecuada integración en el sistema nervioso.
Lo fascinante de este enfoque es que, con el tiempo, el recuerdo deja de generar ansiedad, culpa o miedo. El cerebro entiende que el peligro ha pasado. Ya no hay que huir del pasado ni temer a sus huellas. Se aprende a recordar sin revivir.
La base teórica del EMDR es el Modelo de Procesamiento Adaptativo de la Información (PAI), formulado por Francine Shapiro. Según este modelo, los recuerdos traumáticos quedan “atascados” en el sistema nervioso con las emociones, percepciones y sensaciones físicas originales. Esto impide su integración con otros recuerdos más racionales o neutrales. EMDR reactiva ese sistema de procesamiento natural que se bloqueó en su momento, permitiendo al paciente reorganizar el recuerdo de forma funcional.
¿Cómo se distingue el EMDR de Otras Terapias para el Trauma?
La terapia EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) está ganando un lugar privilegiado dentro de la psicología actual, no solo por su efectividad demostrada, sino también por el cambio radical que supone respecto a las técnicas convencionales.
Cabe señalar, que la terapia EMDR y las intervenciones cognitivo-conductuales (TCC) presentan elevados niveles de eficacia a la hora de ayudar a pacientes con una historia traumática. Una característica distintiva de EMDR frente a la TCC es que no exige al paciente una narración del evento traumático, ni se demanda la realización de tareas fuera de consulta. Aunque ambas terapias son efectivas, funcionan de maneras distintas.
En nuestro centro de Psicología, Psicólogos Aldama, guiamos nuestro trabajo con los pacientes principalmente desde la Terapia Cognitivo-Conductual y el enfoque Integrador. No obstante, cuando el profesional valora que el proceso de terapia podría beneficiarse de la terapia EMDR, se aborda con los pacientes la conveniencia de incluirlo en diferentes sesiones dentro del tratamiento que se está realizando. Por lo tanto, no lo empleamos como tratamiento único, al contrario, lo añadimos al trabajo principal cuando se percibe que el paciente podría beneficiarse del mismo.
Síntomas y trastornos que pueden tratarse con EMDR
Aunque a menudo se asocia exclusivamente con el trastorno de estrés postraumático (TEPT), el uso de EMDR se ha extendido a una amplia variedad de síntomas y cuadros clínicos.Muchas problemáticas emocionales tienen su raíz en experiencias no resueltas del pasado, incluso cuando no son recordadas con claridad.
Los síntomas EMDR más comúnmente tratados incluyen:
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- Ataques de pánico y ansiedad anticipatoria.
- Fobias específicas, como miedo a volar, a conducir o a animales.
- Duelo complejo, donde la pérdida se convierte en un bloqueo emocional.
- Trastornos disociativos, como la despersonalización o desconexión con uno mismo.
- Trastornos de alimentación y conductas compulsivas, muchas veces ligados a experiencias tempranas de vergüenza o control.
- Historia de violencia o abuso.
- Flashbacks, insomnio, o pensamientos recurrentes que perturban la vida cotidiana.
Incluso en personas que no cumplen con un diagnóstico formal, EMDR puede ser útil cuando existen patrones emocionales negativos persistentes. Por ejemplo, personas que sienten que “siempre fracasan”, que “no merecen amor” o que “no están seguras en ningún lugar” suelen estar repitiendo narrativas internas ancladas en hechos pasados no procesados.
Lo interesante es que el reprocesamiento emocional que propone EMDR actúa a nivel profundo. No se trata solo de sentirse mejor, sino de que el sistema nervioso deje de disparar alarmas frente a estímulos que no deberían ser peligrosos. El resultado es un alivio genuino y sostenido, que se traduce en mayor tranquilidad, mejores relaciones y una percepción más sana de uno mismo.
Este enfoque, además, evita la saturación emocional. La persona no tiene que revivir cada detalle ni revictimizarse. En lugar de eso, se trabaja sobre la emoción, la creencia y la sensación corporal que acompaña al recuerdo, logrando un cambio más global y menos desgastante.
¿Por qué es bueno hacer tratamientos EMDR?
Uno de los aspectos que más ha llamado la atención del mundo clínico respecto a EMDR es la rapidez con la que muchas personas muestran mejoras. Esto no significa que sea una solución mágica ni inmediata, pero sí que, en los casos adecuados, puede lograr resultados más eficaces y duraderos que muchas terapias convencionales centradas en la palabra.
Estudios científicos publicados en revistas especializadas y recomendaciones de organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Asociación Americana de Psicología (APA) y la NICE del Reino Unido, avalan este método como tratamiento de primera elección para el trastorno de estrés postraumático (TEPT). No es solo una técnica prometedora, es una herramienta consolidada en la práctica clínica internacional.
Entre los beneficios más destacados que reportan los pacientes tras someterse a este tipo de terapia están:
- Disminución de flashbacks, pesadillas o recuerdos intrusivos
- Reducción del estado de alerta constante, típico en personas que han vivido experiencias traumáticas
- Mayor sensación de seguridad interna y claridad mental
- Transformación de creencias autolimitantes, como “no puedo”, “no valgo”, “fue mi culpa”, en pensamientos más realistas y compasivos
- Mejora en la capacidad para relacionarse con otros sin miedo o hipersensibilidad
- Alivio de síntomas físicos asociados a la ansiedad, como tensión muscular, problemas digestivos o insomnio
En muchos casos, tras una serie de sesiones, las personas afirman que “el recuerdo sigue ahí, pero ya no duele”, o que pueden hablar de él sin sentir que están reviviendo el trauma. Ese cambio de perspectiva es lo que marca la diferencia entre vivir desde la herida o vivir desde la experiencia superada.
¿Quién puede beneficiarse de EMDR?
Aunque EMDR se asocia habitualmente con experiencias traumáticas graves como violencia, abusos, accidentes o catástrofes, lo cierto es que su campo de aplicación es mucho más amplio. No se trata solo de “grandes traumas”, sino también de situaciones emocionalmente significativas que han dejado una marca en la forma de pensar, sentir o relacionarse.
Personas que pueden beneficiarse del tratamiento EMDR:
- Adultos con traumas evidentes o sutiles no resueltos.
- Adolescentes que presentan bloqueos emocionales, conductas de evitación, ansiedad social o rendimiento escolar alterado.
- Pacientes con alteraciones en el sueño.
- Personas que han vivido experiencias dolorosas recientes como rupturas, pérdidas, cambios radicales.
- Pacientes con diagnósticos de ansiedad generalizada, depresión con origen traumático, trastorno obsesivo-compulsivo o trastornos de la personalidad.
- Profesionales que trabajan en contextos de alta exposición al sufrimiento humano como médicos, psicólogos, policías, bomberos, socorristas.
También hay quienes acuden a EMDR sin tener un diagnóstico clínico, pero con la sensación de arrastrar emociones que no saben cómo manejar. En estos casos, la terapia puede ser una vía para liberarse de patrones mentales o conductas repetitivas que tienen su origen en eventos pasados no resueltos.
Lo importante es que el terapeuta realice una evaluación completa y determine si EMDR es adecuado para el caso. No es una técnica para todos ni para todo, pero en los perfiles indicados puede suponer un antes y un después en el proceso de recuperación emocional.
Mitos comunes sobre EMDR
Como sucede con muchas terapias novedosas, EMDR ha estado rodeada de cierta desinformación. Desmontar estos mitos es esencial para que las personas se acerquen a ella con una mirada abierta y realista.
«¿Es hipnosis?»
No. Durante toda la sesión de EMDR el paciente está completamente consciente. No se altera el estado de conciencia ni se sugiere ninguna conducta. El control lo tiene siempre la persona.
«¿Voy a olvidar lo que me pasó?»
Tampoco. EMDR no borra recuerdos. Lo que cambia es la forma en que el recuerdo está almacenado en el cerebro, de modo que alivia el malestar emocional que genera.
«¿Es algo místico o alternativo?»
Nada más lejos. Se trata de una técnica con más de 30 años de respaldo científico, reconocida por organismos internacionales y usada en miles de clínicas en todo el mundo.
«¿Solo sirve para traumas graves?»
Falso. EMDR también es eficaz para trabajar microtraumas, inseguridades, creencias limitantes, bloqueos emocionales y síntomas derivados de experiencias no integradas.
El problema con estos mitos es que pueden alejar a personas que realmente se benefician del tratamiento. Por eso es clave informarse adecuadamente y acudir a profesionales capacitados.
Dónde encontrar terapeutas EMDR certificados
El éxito de una terapia EMDR no solo depende del método, sino de quién lo aplica. Por eso, es fundamental asegurarse de que el profesional esté debidamente acreditado. En España, el organismo de referencia es la Asociación EMDR España, que cuenta con un directorio actualizado de especialistas formados en el protocolo original.
También puedes verificar la formación a través de entidades reconocidas como EMDR Europe o EMDR Iberoamérica, que avalan una preparación rigurosa. Más allá del título, lo ideal es que el terapeuta inspire confianza, transmita claridad y esté comprometido con tu proceso personal. La escucha activa, el respeto por el ritmo del paciente y una ética sólida son cualidades imprescindibles.
EMDR es una técnica profunda que trabaja con recuerdos sensibles y emociones arraigadas. Por eso, el entorno terapéutico debe ser seguro y profesional. Elegir bien al especialista marca la diferencia entre un avance superficial y una verdadera transformación.
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