El NHS revoluciona la prevención del suicidio
Priorizando la protección sobre la predicción
Recientemente, el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido, ha publicado una guía innovadora para la prevención del suicidio dirigida a los profesionales de la salud mental. En concreto, esta guía propone un método de prevención de suicidio diferente al actualmente empleado. Sustituyen el realizar una predicción de riesgo en cada persona, por destinar los esfuerzos a entender en qué situación se encuentra y cómo poder protegerla. Explican, que el concepto de prevención de riesgo suicida ha demostrado ser poco fiable debido a que los pensamientos suicidas fluctúan con rapidez.
Esta guía ha sido elaborada gracias al esfuerzo conjunto de más de 120 especialistas. Entre ellos, se encuentran investigadores, profesionales de la salud, personas que han vivido esta realidad, así como, más de 20 organizaciones involucradas en este ámbito.
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Una nueva forma de abordar la ideación suicida más allá de las etiquetas
La investigación ha demostrado de manera contundente que las herramientas, escalas y sistemas de clasificación de riesgo (como las categorías de riesgo bajo, medio o alto) son ineficaces para predecir futuros suicidios.
La «paradoja del bajo riesgo» es un fenómeno preocupante en el área del suicidio, ya que, un número significativo de personas que lamentablemente se quitan la vida, fueron clasificados previamente con un riesgo suicida bajo o inexistente. Este hecho subraya una deficiencia crítica en los métodos tradicionales de evaluación.
Por ello, la guía recientemente publicada señala una serie de pautas a seguir por los profesionales que atienden a las personas con ideación suicida:
- Evitar usar cuestionarios o sistemas de puntuación para predecir si alguien intentará suicidarse más adelante o si volverá a autolesionarse.
- No basar en esas mismas herramientas para decidir quién necesita tratamiento o a quién se le puede dar el alta de la asistencia sanitaria.
- Dejar de clasificar a las personas con etiquetas generales como «riesgo bajo», «medio» o «alto» si el objetivo es predecir futuros suicidios o autolesiones.
- No emplear esas clasificaciones de riesgo general para determinar si una persona debe recibir atención médica o si es momento de darle el alta.
En cambio, señalan la importancia de los siguientes 2 aspectos:
- La evaluación debe centrarse en las necesidades individuales de cada persona, buscando cómo fortalecer su seguridad mental y física, tanto en el momento actual como a futuro.
- Como parte de cada valoración psicosocial, los profesionales de la salud mental deben realizar un análisis detallado de los riesgos de forma individualizada.
En conclusión, la atención y el tratamiento en salud mental deben considerar a cada persona de manera integral, considerando que somos seres complejos con necesidades y puntos fuertes que abarcan lo físico, lo emocional y la realidad social de cada uno.
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Principios clave para la atención de personas con ideación suicida
Este enfoque se cimienta en diez principios esenciales:
- Priorizar el desarrollo y mantenimiento de relaciones de confianza y colaboración con los pacientes. Se considera que estas conexiones son el factor más influyente para lograr resultados clínicos positivos.
- Considerar la interacción compleja entre los aspectos biológicos (físicos), psicológicos (mentales) y sociales de la persona a la que se está atendiendo.
- Trabajar junto al paciente para lograr una comprensión compartida de lo que significa la seguridad para él y de los factores cambiantes que pueden influir en ella.
- Valorar la necesidad de acciones inmediatas cuando sea preciso, así como, colaborar con el paciente para gestionar los aspectos de seguridad que afectan al largo plazo.
- Evaluar y ajustar constantemente las estrategias y los planes de seguridad, adaptándolos a las necesidades y circunstancias cambiantes de la persona.
- Los profesionales que trabajan con personas con ideación suicida, deberán basar sus intervenciones en las investigaciones más recientes. Por otro lado, deberán contar con un profundo conocimiento de las tendencias de riesgo a nivel de la población general.
- Tratar de involucrar al vínculo cercano del paciente en el proceso, siempre que sea apropiado y siempre que se cuente con el consentimiento del paciente.
- Los profesionales deberán asegurarse de que sus prácticas sean accesibles y adaptables para todos, prestando especial atención a las personas más vulnerables.
- Emplear un lenguaje claro, directo y adaptado a cada persona, evitando la jerga técnica.
- El profesional deberá revisar su forma de trabajar de manera regular, basándose en los resultados obtenidos y en la retroalimentación recibida.
Bibliografía