¿Qué es la imagen corporal?
Cuando hablamos del concepto de imagen corporal, nos referimos a la representación mental que cada persona construye de su propio cuerpo. Por lo tanto, la imagen corporal no nos dice cómo se ve nuestro cuerpo en la realidad, sino más bien, cómo se manifiesta en nuestra propia mente. En otras palabras, no existe correlación entre la imagen corporal y la apariencia física objetiva. Ya que, la valoración que un individuo haga sobre su propio cuerpo influirá en cómo lo perciba.
Los 4 Componentes Clave de la Imagen Corporal
La imagen corporal se compone de varios elementos clave que interactúan entre sí:
- El componente perceptual («cómo me veo»): Se refiere a la forma en que se percibe el cuerpo, ya sea en su totalidad o en alguna de sus partes. Por ejemplo, «mis muslos son muy grandes».
- El componente cognitivo («lo que pienso a partir de lo que veo»): Engloba las valoraciones o pensamientos que se tienen respecto al cuerpo o a una parte específica de este. Por ejemplo, » mis muslos son horribles, deberían ser más delgados porque están desproporcionados».
- El componente afectivo («lo que siento sobre mi cuerpo): Abarca los sentimientos que se experimentan hacia el propio cuerpo o alguna de sus partes. Por ejemplo, «me dan asco mis muslos».
- El componente conductual («lo que hago a partir de todos los componentes anteriores»): Describe las acciones que surgen como resultado directo de la percepción corporal. Por ejemplo, comer menos, vomitar, ponerme ropa ancha, no enseñar las piernas,…
Se considera la presencia de una alteración de la imagen corporal, cuando los juicios valorativos que una persona hace al evaluar sus dimensiones físicas no coinciden con las medidas reales. Esta alteración, en función de su gravedad puede derivar en el Trastorno Dismórfico corporal, vigorexia o en un Trastorno de la Conducta Alimentaria.
2 Características para entender la dismorfia corporal
Preocupación excesiva por defectos físicos percibidos
Las personas que padecen trastorno dismórfico corporal, viven con una profunda preocupación las imperfecciones que perciben en su aspecto físico . Se ven a sí mismos como feos, poco atractivos, anormales o incluso deformes. A menudo, estos supuestos defectos son invisibles o apenas perceptibles para los demás.
El grado de esta preocupación varía enormemente, yendo desde sentirse «poco atractivo» o «no normal» hasta verse como «horribles» o «monstruosos». La atención puede fijarse en una o varias partes del cuerpo. Las zonas más comunes que generan inquietud suelen ser la piel (por ejemplo, percibir acné, cicatrices, arrugas o palidez), el pelo (como el «adelgazamiento» capilar o el exceso de vello facial o corporal), o la nariz (su tamaño o forma). Sin embargo, cualquier parte del cuerpo puede convertirse en el centro de esta preocupación, incluyendo los ojos, los dientes, el peso, el estómago, los pechos, las piernas, la forma de la cara, los labios, la barbilla, las cejas o incluso los genitales. Algunas personas también se obsesionan con la asimetría percibida en ciertas áreas corporales.
Estas preocupaciones resultan muy angustiantes, son intrusivas y consumen una cantidad considerable de tiempo, ocupando en promedio entre 3 y 8 horas al día. Generalmente, son pensamientos difíciles de ignorar o controlar.
Conductas y pensamientos repetitivos a partir de la preocupación por la imagen corporal
Como consecuencia de la ansiedad por su imagen, la persona lleva a cabo acciones o pensamientos de forma excesivamente repetitiva. Aunque la persona se siente obligada a realizar estas conductas, no experimenta placer al hacerlas; al contrario, estas acciones pueden intensificar su ansiedad y malestar.
Estas conductas suelen consumir mucho tiempo y la persona encuentra gran dificultad para moderarlas o controlarlas. Algunas de las más frecuentes incluyen:
- Comparación constante de la propia apariencia con la de otras personas.
- Comprobación repetitiva de los defectos percibidos, ya sea mirándose en espejos o examinándose directamente.
- Aseo excesivo, como peinarse, afeitarse, depilarse o arrancarse el pelo de forma exagerada.
- Intentos de ocultar el aspecto, aplicando maquillaje de forma repetida o cubriendo zonas que no les gustan con accesorios como sombreros, ropa o el propio cabello.
- Comprobación táctil de los defectos percibidos, tocando las partes del cuerpo que les generan insatisfacción.
- Ejercicio físico excesivo para «eliminar» el defecto percibido.
- Búsqueda incesante de tratamientos cosméticos que ayuden a mitigar ese defecto físico percibido.
Además, es común que algunas personas se bronceen de forma excesiva (por ejemplo, para oscurecer la piel «pálida» o reducir la percepción del acné), se cambien de ropa múltiples veces (para esconder los supuestos defectos) o realicen compras compulsivas de productos de belleza.
Dismorfia corporal: ansiedad y búsqueda fallida de soluciones estéticas
Las personas que padecen dismorfia corporal, a menudo, perciben que otros les observan de forma crítica o se burlan de ellos debido a su apariencia. Este trastorno suele ir de la mano con elevados niveles de ansiedad, ansiedad social, tendencia a la evitación social, depresión, TCA y perfeccionismo. Asimismo, se observa una baja extroversión y una autoestima disminuida.
Es común que quienes lo sufren se avergüencen de su aspecto, otorguen una importancia desmedida a su imagen y se muestren reacios a compartir sus inquietudes con los demás. Una gran parte de estas personas recurre a tratamientos cosméticos con la esperanza de corregir los defectos que perciben. Los procedimientos más frecuentes son los dermatológicos y las intervenciones quirúrgicas, aunque pueden buscar cualquier tipo de tratamiento estético (como dentales o electrólisis). En algunos casos, llegan incluso a someterse a múltiples operaciones. Lamentablemente, el trastorno dismórfico corporal responde mal a estos tratamientos estéticos y, en ocasiones, la situación puede incluso empeorar. Hay casos en los que la insatisfacción con el resultado estético lleva a los individuos a emprender acciones legales o a mostrarse violentos con el profesional clínico.
El vínculo entre la dismorfia corporal y el riesgo suicida
Se ha observado una elevada incidencia de ideación e intentos de suicidio tanto en adultos como en niños y adolescentes diagnosticados con trastorno dismórfico corporal. En particular, la población adolescente parece enfrentar un riesgo de suicidio especialmente alto.
Una parte significativa de las personas afectadas atribuyen sus pensamientos o intentos suicidas directamente a la preocupación intensa por su apariencia física. Aquellos que padecen dismorfia corporal presentan múltiples factores de riesgo conocidos para el suicidio consumado. Entre todos, destaca la presencia en estas personas de un trastorno depresivo mayor comórbido.
El impacto del trastorno dismórfico corporal en la vida diaria
Prácticamente todas las personas que viven con trastorno dismórfico corporal ven afectado su funcionamiento en el día a día a causa de la constante preocupación por su apariencia. En líneas generales, la calidad de vida y el bienestar se ven negativamente afectados. Cuanto más severos son los síntomas, peor es el impacto en el funcionamiento y en la calidad de vida. La magnitud de este deterioro puede oscilar desde un nivel moderado, como evitar ciertas situaciones sociales, hasta ser extremo e incapacitante, impidiendo por completo que la persona salga de casa.
Gran parte de quienes sufren este trastorno ven disminuido su rendimiento en el trabajo o los estudios, e incluso en roles esenciales de su vida, como la paternidad. Este declive es a menudo severo, llevando a un funcionamiento deficiente, ausencias frecuentes o, en el peor de los casos, al desempleo.
La vida social también se ve considerablemente afectada, incluyendo las interacciones, las relaciones personales y la intimidad, con una marcada tendencia a la evitación. Algunos individuos pueden llegar a aislarse por completo en sus casas, a veces durante años, debido a los efectos del trastorno dismórfico corporal. Además, un número significativo de adultos y adolescentes con esta condición ha necesitado ingreso hospitalario psiquiátrico.
Bibliografía
American Psychiatric Association-APA (2013). Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales. 5ª ed. Washington, DC: APA.