La palabra asertividad, proviene del latín «asserere», cuyo significado es afirmar y defender.
Este concepto se puede encontrar unido a distintas áreas, por ejemplo, la de habilidades sociales, relaciones interpersonales o la autoestima.
Llevar a cabo conductas asertivas contribuye al cuidado de dichas áreas, es por ello que, se convierte en un concepto de mucho interés para la psicología. Como consecuencia, en la literatura científica se puede encontrar descrito y estudiado de manera muy extensa.
Definición de asertividad
Elizondo (2000), define la asertividad como la habilidad para expresar los pensamientos, sentimientos y percepciones, así como, elegir cómo reaccionar y sostener los propios derechos cuando es apropiado.
Bishop (2000), por su parte, señala que la asertividad supone la habilidad para expresarse con firmeza, sin tener para ello que recurrir a conductas pasivas, agresivas o manipulaciones. Plantea que para llevar a cabo esta conducta son necesarios el autoconocimiento y autocontrol. Asimismo, requiere saber escuchar y responder a las necesidades de los otros sin descuidar los propios intereses o principios.
En resumen, la conducta asertiva implica el respeto hacia los deseos y necesidades de uno mismo, respetando a su vez, los deseos y necesidades de los otros.
Sin embargo, esta habilidad no consigue que logremos aquello que queremos, del mismo modo que, no nos asegura la ausencia de conflicto con los otros.
No obstante, cuida la coherencia interna de la persona, así como, minimiza los desenlaces adversos en las interacciones.
Conoce los 10 derechos asertivos
Los derechos asertivos, introducidos por primera vez por el autor Manuel J. Smith en su obra «Cuando digo no me siento culpable«, son un conjunto de principios que todas las personas poseen simplemente por el hecho de ser humanas. Estos derechos son fundamentales para desarrollar una actitud asertiva en la vida cotidiana y en las interacciones sociales. A contiuación os dejamos los 10 derechos asertivos:
Ser mi propio juez
Este derecho implica la capacidad de evaluar nuestras acciones y decisiones sin depender exclusivamente de la aprobación o juicio de los demás. Es reconocer nuestro propio valor y autoridad para tomar decisiones sobre nuestra vida.
Elegir si me responsabilizo de los problemas de los demás
Significa que tenemos el derecho de establecer límites saludables y no sentirnos obligados a asumir responsabilidades que no nos corresponden. Cada individuo es responsable de sus propios problemas y decisiones.
Decidir si quiero dar explicaciones
Este derecho nos permite decidir cuándo y con quién compartir información personal o justificar nuestras acciones. No estamos obligados a dar explicaciones constantemente sobre nuestras decisiones y comportamientos.
Cambiar de opinión
Reconoce que tenemos el derecho de revisar nuestras opiniones y cambiar de parecer en función de nueva información o experiencias. Esto refleja una actitud abierta al crecimiento personal y la adaptación.
Cometer errores
Aceptar este derecho implica reconocer nuestra humanidad y la posibilidad de equivocarnos. No debemos castigarnos severamente por cometer errores, sino aprender de ellos y seguir adelante con más sabiduría.
Decir «no lo sé»
Reconoce que es natural y aceptable no tener todas las respuestas o conocimientos en determinadas situaciones. No debemos sentirnos presionados para pretender saber algo que desconocemos.
No tener la aprobación de los demás
Este derecho nos libera de la necesidad constante de buscar la aprobación o el reconocimiento externo. Valoramos nuestra propia valía sin depender del juicio de los demás.
Tomar decisiones ajenas a la lógica
Reconoce que no todas las decisiones se basan únicamente en la lógica, y está bien tomar decisiones basadas en nuestras emociones, intuición o valores personales.
No comprender las expectativas ajenas
Nos permite reconocer que no siempre entenderemos o cumpliremos las expectativas que otros tienen sobre nosotros, y eso está bien. No estamos obligados a satisfacer todas las expectativas externas.
Permitirse no alcanzar la perfección
Reconoce que la perfección es inalcanzable y que está bien cometer errores o no cumplir con estándares imposibles. Valoramos el proceso de crecimiento y aprendizaje por encima de la búsqueda obsesiva de la perfección.