Origen de la indefensión aprendida
Martin Seligman, psicólogo estadounidense, introdujo el concepto «indefensión aprendida» en el año 1975. Se refería a la expectativa generada en la persona por la que creía que sus conductas no podían generar resultados concretos, o bien, eran ineficaces para controlar los resultados. Es decir, la indefensión aprendida planteaba en el individuo una sensación de falta de control sobre el ambiente.
En otras palabras, suponía una percepción de independencia entre las respuestas generadas y los resultados obtenidos a partir de ellas.
Dicha percepción generaría 3 consecuencias:
- Escasez de motivación para iniciar nuevas conductas.
- Dificultad en el aprendizaje de nuevos comportamientos que puedan generar determinadas consecuencias.
- Miedo y depresión.
Experimento de la indefensión aprendida
Seligman y sus colaboradores, diseñaron un experimento en el que se se metía a dos grupos de perros en jaulas diferentes, una posibilitaba que pudieran salir de ella, sin embargo, la otra impedía el escape de los perros. En una primera fase del experimento, a ambos grupos de animales se les sometía a descargas eléctricas a través del suelo de las jaulas. Los perros metidos en las jaulas con salida, escaparon para dejar de sufrir las descargas. Por su parte, los animales que no podían escapar de sus jaulas, padecieron las descargas hasta que finalizaron.
En una segunda fase del experimento, a ambos grupos de animales se les introdujo en jaulas con posibilidad de escape y se les volvió a someter a la situación de descargas. Lo que descubrieron los investigadores fue que aquellos que habían podido escapar de la jaula en la primera fase volvían a hacerlo, y así, se liberaban de las descargas. Sin embargo, aquellos que no habían podido salir, a pesar de ahora poder hacerlo, se quedaban en la jaula esperando a que terminaran las descargas.
Seligman y su equipo entendieron que este segundo grupo de animales padecían indefensión aprendida.
Indefensión personal vs universal
La teoría de Seligman fue reformulada por Abramson y cols quienes la completaron realizando una distinción entre los conceptos de indefensión personal y universal.
- Indefensión personal: Se plantea cuando el sujeto percibe la existencia de conductas que pueden producir los resultados deseados. Sin embargo, no cree que él tenga esas respuestas en su repertorio conductual. Por ejemplo, ante los constantes incumplimientos de contrato de un jefe hacia su trabajador, este último sabe que es posible hacer algo para que la situación se revierta, pero no cree que él pueda hacerlo.
- Indefensión universal: Se genera cuando el sujeto cree que no existen conductas que puedan general los resultados deseados. Es decir, a diferencia de la indefensión personal, aquí la persona no se ve incapaz de generar una conducta que cambie la situación, si no que percibe que la situación no puede ser modificada. Este tipo de indefensión es a la que hacía referencia Seligman en la elaboración de su teoría. Los autores Abramson y cols ponen como ejemplo de este concepto el caso de un padre que no consigue curar a su hijo de una enfermedad grave que padece. El padre percibe que no hay nada que pueda hacer para salvarle, no porque él en concreto no pueda, si no porque no es posible.
Indefensión aprendida, el ejemplo en un cuento
Cuando yo era pequeño me encantaban los circos y lo que más me gustaba de los circos eran los elefantes. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
La estaca era solo un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo, podría, con facilidad, tirar de la estaca y huir.
¿Qué lo mantenía entonces atado? ¿Por qué no huía? Pregunté por el misterio de elefante y me explicaron: “El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño”.
Me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de todo su esfuerzo, no pudo.
La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que, al día siguiente, volvió a probar y también al otro y al que le seguía… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree -pobre- que no puede. Y lo peor: Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez” (Bucay, 2012).
Referencias bibliográficas
- Bucay, J. (2012). Déjame que te cuente. Editorial RBA.
- Palenzuela, D. ( 1984). UNA EVALUACION DE LA INDEFENSION APRENDIDA: CRITICA A LA REFORMULACIÓN DE ABRAMSON, SELIGMAN Y TEASDALE. Análisis y Modificación de Conducta, 1984, Vol. JO. N. 26.