Origen del concepto Resiliencia
El concepto de la Resiliencia tiene su origen en el campo de la física. Se define como la capacidad de un cuerpo para restablecerse, logrando conservar su estado inicial. En otras palabras, cuando hay fuerzas que actúan sobre un cuerpo, éste consigue recuperar su forma o posición de origen una vez que las fuerzas cesan.
La psicología, por su parte, halló en el concepto de Resiliencia una variable que ayudaba a entender cómo ciertas personas habiendo pasado por situaciones de gran adversidad en sus vidas, conseguían salir adelante. Incluso, en ocasiones, reforzados.
Desde las consultas de psicología se atendía a pacientes con historias de vida muy complejas y que, sin embargo, habían podido salir adelante. Este hecho, despertó la curiosidad de los expertos y el interés por conocer qué era lo que subyacía a esta capacidad de adaptación.
Definición de Resiliencia
La literatura científica pone a nuestro alcance numerosas definiciones del concepto de Resiliencia. A lo largo de la historia, han sido muchos los autores que han aportado su visión particular de esta variable. A continuación, exponemos dos de estas visiones, por ayudar en su conjunto a entenderla en su totalidad.
Por un lado, Grotberg explica de manera precisa cómo actúa una persona con Resiliencia y qué beneficios obtiene. Por otro lado, Luthard señala que se trata de un proceso dinámico. Es decir, no nacemos siendo resilientes y tampoco es una característica que se mantenga estable en las personas. Por el contrario, la persona va desarrollando unas herramientas que le ayudan a recuperarse de las adversidades.
«La capacidad humana para enfrentar, sobreponerse, y ser fortalecido o transformado por experiencias de adversidad«. Grotberg, 2001.
«Proceso dinámico que tiene por resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad«. Luthard, 2000.
Distintos autores coinciden en plantear que la Resiliencia se puede explicar a través 5 elementos:
- Confianza en uno mismo: Conocer las habilidades personales y otorgarles un valor adecuado.
- Capacidad para planificar y pasar a la acción.
- Autocontrol: Gestión emocional adecuada que permite afrontar situaciones estresantes con un nivel bajo de ansiedad.
- Persistencia en los compromisos adquiridos.
En otras palabras, la persona con resiliencia entiende que las situaciones adversas forman parte de la vida y confía en poder hacerles frente. Para ello, despliega unos comportamientos a través de un esfuerzo persistente, sin que ello le conlleve un elevado nivel de ansiedad.
Componentes de la Resiliencia
Los elementos que componen la resiliencia pueden agruparse en 4 dimensiones: la competencia social, la capacidad de resolver problemas, la autonomía y el sentido de propósito. Estas dimensiones en su conjunto, permiten desarrollar resiliencia, ayudando a las personas a superar adversidades. Estos atributos promueven la adaptación en entornos desafiantes.
Competencia social:
Se refiere a la capacidad de interactuar adecuadamente con los demás desarrollando relaciones sanas. Por un lado, en la infancia se observa capacidad empática y buenas habilidades de comunicación. Por otro lado, en la adolescencia este aspecto se manifiesta con más fuerza en la facilidad para relacionarse con sus pares y en la capacidad para formar amistades y relaciones sentimentales. Como consecuencia, la competencia social adquiere una elevada importancia en el desarrollo de la resiliencia.
Resolución de problemas:
La habilidad para solucionar problemas se puede observar desde la infancia. Los niños resilientes, muestran habilidades cognitivas y sociales para enfrentar situaciones adversas. A esta edad, muestran un pensamiento reflexivo y flexible, lo cual, les permite encontrar soluciones alternativas a los conflictos. Por su parte, en la adolescencia, esta capacidad se amplía hacia la comprensión de sistemas filosóficos y abstractos.
Autonomía:
La autonomía se refiere a la identidad, independencia y control sobre el entorno. Por ejemplo, en el caso de niños que han convivido en familias disfuncionales, se observa la capacidad de distanciarse psicológicamente de esas situaciones, protegiendo su autoestima y pudiendo desarrollar metas individuales.
A pesar de haber atravesado situaciones muy adversas o traumáticas, estas personas toman decisiones independientes y construyen un futuro basado en sus propias metas.
Sentido de propósito y futuro:
Por último, el sentido de propósito se refiere a la creencia de que es posible influir sobre el entorno, así como, que las acciones que se llevan a cabo siguen un objetivo. Por ello, los objetivos y expectativas claras, junto con la fe en un futuro mejor, ayudan a la resiliencia. Este sentido de dirección es uno de los predictores más potentes de éxito a largo plazo en la vida de los adultos resilientes.
Bilbliografía
Cyrulnik B. Resilience. London: Penguin; 2009.
Ana María Rodríguez Piaggio. Resiliencia. Rev. Psicopedagogia 2009; 26(80): 291-302