Origen del concepto de aceptación personal
El concepto de aceptación personal ha sido puesto en consideración por diferentes autores a lo largo de la historia.
Carl Rogers (1961), destacado psicólogo humanista, señaló que es esencial que las personas se acepten a sí mismas de manera incondicional, sin generar conflictos entre cómo se valoran y su necesidad de reconocimiento externo.
Por su parte, Maslow (1991) también destacó que la salud psicológica depende de que cada individuo sea capaz de aceptarse y respetarse a sí mismo, además de recibir amor y aceptación de los demás.
Albert Ellis (1989) introdujo el concepto de autoaceptación como una ampliación de la autoestima. En su visión, la autoaceptación implica reconocerse como responsable de buscar cambios positivos para mejorar la vida, sin ignorar las propias limitaciones y circunstancias, y extendiendo esta aceptación incondicional hacia los demás.
¿Qué es la autoaceptación incondicional?
La autoaceptación es un concepto esencial en la terapia racional emotiva conductual propuesta por Albert Ellis. A diferencia de la autoestima, la autoaceptación parte de la idea de que las personas son demasiado complejas y diversas para ser evaluadas de manera general, como un todo. Debido a esta riqueza de facetas y a la falta de herramientas para realizar dicha valoración de forma integral, la autoaceptación propone abandonar la tendencia a juzgar al individuo como un todo. En su lugar, invita a atender a las diferentes características, habilidades y logros específicos.
En otras palabras, la aceptación incondicional es un concepto que promueve la valoración de uno mismo sin atender a los logros, errores o la evaluación de los demás. Este concepto, resalta que las alteraciones en el bienestar suelen surgir de medir nuestro valor personal en función de estándares externos o metas autoimpuestas. En lugar de esto, la aceptación incondicional nos invita a reconocer que somos valiosos simplemente por el hecho de existir, sin que nuestras acciones o resultados definan nuestro valor. Al atender y aceptar nuestras virtudes y limitaciones de forma honesta y sin juicio, nos liberamos de la presión de cumplir con expectativas irreales y fortalecemos nuestra relación con nosotros mismos.
¿Por qué es importante aceptarnos incondicionalmente?
Como hemos planteado anteriormente, Ellis explica que las personas necesitan entenderse como seres complejos y que identificarse con un valor puede acarrear consecuencias adversas.
A su vez, explica que carece de utilidad otorgarse dicho valor, por las necesidades inherentes a la condición humana. En relación a esto, Albert Ellis propuso una serie de principios fundamentales que describen aspectos básicos y verificables de la naturaleza humana. En lugar de centrarse en evaluaciones subjetivas y críticas, estas proposiciones ofrecen una manera más objetiva y saludable de entendernos y aceptarnos tal y como somos.
- Aunque las personas presenten grandes diferencias entre sí, por lo general, comparten dos objetivos vitales: sobrevivir y buscar la mayor felicidad posible mientras minimizan su sufrimiento.
- La gente experimenta una continua plenitud, la cual, se mantiene durante un cierto periodo de tiempo para después finalizar.
- Cada individuo posee una amplia variedad de rasgos que lo hacen único respecto a los demás. Mientras que algunos de estos rasgos cambian con el tiempo, muchos otros permanecen estables, formando lo que se conoce como «identidad» o «yo»
- Las personas son conocedoras de sus rasgos, lo que les permite planificar, modificar ciertos aspectos de sí mismas, identificar sus preferencias y esforzarse para alcanzar el bienestar
- Los individuos son capaces de reflexionar sobre sí mismos. A partir de ahí, pueden optar por valorarse según el éxito en alcanzar metas, por priorizar sentirse mejor y adoptar una perspectiva más práctica, o por aceptarse incondicionalmente simplemente porque están vivos, entendiendo que cualquier forma de autoevaluación absoluta es tanto imposible como perjudicial.
Autoaceptación y bienestar psicológico
Ellis planteaba una serie de actitudes frente a la vida que . Entre ellas, se encontraba la autoaceptación. A continuación, explicaremos brevemente cada una de ellas:
Interés personal:
Priorizarse a uno mismo. Esto implica atender a las necesidades personales ligeramente antes que a las demandas que pudieran tener los demás. El interés personal defiende el poder hacer sacrificios por otros, cuidando la persona no perderse a sí misma por completo.
Interés social:
Mostrar preocupación por actuar con ética, respetando los derechos de los demás. Al ser seres sociales, mostrar un interés en los otros facilita alcanzar el bienestar personal.
Autodirección:
Actuar con autonomía a la hora de tomar decisiones, pudiendo con ello, responsabilizarse de sus decisiones y conductas. La autodirección, no obstante, encuentra valioso poder contar con ayuda de otros en momentos concretos. Resalta, sin embargo, que la persona no debe perder la determinación a la hora de dirigir su vida y sus comportamientos.
Tolerancia a la frustración:
Darse permiso a sí mismos y a otros para cometer errores y entenderlos como parte de la vida. Es decir, a pesar de no estar de acuerdo con ciertas conductas que hayan podido llevar acabo, evitar juzgarlas severamente.
Flexibilidad:
Entender y aceptar los cambios, evitando establecer normas rígidas sobre sí mismos o sobre los demás.
Aceptar la incertidumbre:
Entender que vivimos en un mundo lleno de incertidumbre, donde las certezas absolutas no existen.
Compromiso creativo:
Involucrarse en un proyecto social o artístico.
Pensamiento científico:
Tratar de evaluar la realidad desde un criterio racional, es decir, atendiendo a datos objetivos.
Autoaceptación:
Aceptarse a uno mismo por el simple hecho de estar vivo.
Asumir riesgos:
Llevar a cabo conductas dirigidas a objetivos, a pesar de existir la posibilidad de equivocarse o fallar.
Hedonismo bien entendido:
Tendencia a buscar la gratificación y evitar el malestar innecesario. Asumiendo, sin embargo, que en la vida a veces conviene comprometer el bienestar inmediato por alcanzar el futuro.
No-utopismo:
Aceptar que no se va a lograr todo lo deseado en la vida y que habrá momentos de malestar.
Responsabilidad ante el propio malestar:
No responsabilizar completamente a cuestiones externas por el malestar personal.
Bibliografía
Albert Ellis Grieger R. Manual de Terapia Racional Emotiva. Biblioteca de Psicología, Desclee de Brouwer.