Dentro del área educativa, se utiliza el concepto de estrés académico para hacer referencia a la consecuencia generada en el alumnado a causa de las exigencias académicas.
La persona experimenta estrés cuando percibe que las demandas del medio educativo exceden a sus propios recursos.
El estrés es aquella respuesta física, cognitiva y emocional producida ante las demandas del medio.
Percibir niveles determinados de estrés es beneficioso e incluso necesario para poder iniciar y mantener conductas en las que es necesario que destinemos nuestros recursos hacia un buen rendimiento.
El inconveniente del estrés se produce cuando éste se prolonga más tiempo del aconsejado o en una intensidad mayor de la beneficiosa. A partir de aquí se experimentan los efectos adversos, los cuales afectan a la salud, al bienestar y a nuestro rendimiento.
¿QUÉ OCURRE CUANDO NOS ESTRESAMOS?
El estrés desencadena alteraciones en 3 áreas:
- Física: descarga de adrenalina, incremento de cortisol, aumento del ritmo cardiaco, tensión muscular, respiración acelerada, entre otros. El organismo se pone en estado de alerta para hacer frente a la amenaza percibida o real. Si el estresor permanece poco tiempo esta respuesta física puede ser funcional ya que permite enfrentarnos a la situación, facilitando también que el organismo vuelva a su estado natural de antes de la situación de demanda. El problema surge cuando el estresor permanece en el tiempo.
- Cognitiva: Alteraciones en funciones cognitivas como la atención, la concentración y la memoria. Igual que ocurría con la respuesta física, si hay niveles moderados de estrés o este dura un tiempo breve, estas alteraciones permiten dirigirnos de forma ajustada hacia el estímulo. En caso contrario, comienza el cansancio cognitivo y la persona puede empezar a experimentar pensamientos irracionales de carácter rumiativo, los cuales, por una parte, no resultan funcionales y, por otra, contribuyen a generar mayores niveles de estrés desencadenando asimismo mayor fatiga cognitiva.
- Emocional: El estrés genera alteraciones en el estado de ánimo. Síntomas frecuentes son la irritabilidad, la tristeza, labilidad emocional y la apatía.
Esta respuesta al estrés interfiere en la calidad de nuestro estudio (afectando entre otras cosas a la consolidación de conocimientos) y en la manera en la que nos enfrentamos a los exámenes, ya que podemos llegar agotados o desmotivados.
¿QUÉ ESTRESA A LOS UNIVERSITARIOS?
Existen distintas variables que rodean a la vida académica y que influyen de forma distinta dependiendo de las características personales de cada uno y la situación vital en la que se encuentren:
- Trabajos académicos
- Realización de exámenes
- Organización del estudio
- Preocupación acerca de las notas
- Presión familiar
- Sobrecarga de actividades diarias, etc.
- Distorsiones cognitivas.
- Es fundamental observar cómo pensamos, cómo evaluamos lo que nos pasa y lo que hacemos. El pensamiento irracional nos conduce a una errónea evaluación de la realidad y no nos ayuda a la consecución de metas ni al bienestar percibido.
Hay muchos tipos de distorsiones cognitivas, una de las más frecuentes es la del pensamiento todo-nada. Consiste en categorizar las experiencias en dos extremos, por ejemplo: éxito-fracaso, responsable irresponsable.
CÓMO MANEJAR EL ESTRÉS ACADÉMICO
Podemos empezar haciéndonos estas 3 preguntas:
¿Cómo me afecta el estrés académico?
Lo primero que debemos identificar es cómo se me manifiesta a mí el estrés ¿Me cuesta quedarme dormido? ¿Me noto irritable? ¿Me cuesta mucho concentrarme?
¿Qué me afecta?
Por otro lado, necesitamos saber qué variables me generan a mí estrés y tratar de buscar soluciones.
Esto último es importante, ya que debemos cuidar mucho el escapar como norma de las situaciones que nos generan estrés (no me concentroà no puedoàno estudio para este examen) y en lugar de ello, aprender a atender a nuestras necesidades. El día que no me concentro puedo valorar, por ejemplo, si estoy cansado y decidir que hoy necesito y me permito descansar. O también, puedo estar en una situación en la que no me conviene parar el estudio y plantear un estudio más activo, en otro lugar que me facilite la concentración o pedir ayuda a algún compañero. En ambos casos, estoy evaluando mis circunstancias y llevando a cabo la estrategia que más me puede beneficiar en el corto y medio plazo.
¿Qué hago para descansar?
Sabemos que una de las partes más importantes del trabajo es saber descansar y, mientras estudiamos, debemos cuidar el descanso diurno y nocturno.
Para ello, debemos permitirnos tener un tiempo de autocuidado al día, libre de culpa por lo que podría estar haciendo o de lo que tengo que hacer después. Si tu cuerpo está descansando, pero tu mente no, de poco sirve este tiempo para ti. Asimismo, es importante cuidar el sueño nocturno, otorgarle un valor dentro de mi rutina ya que, entre otras cosas, tiene una implicación fundamental en los procesos de aprendizaje.
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