¿Acepto los pensamientos incómodos o los intento suprimir?
En el día a día, por nuestra mente pasan multitud de pensamientos. Si nos detuviéramos a reflexionar sobre ellos, en muchas ocasiones, nos costaría entender el motivo por el cuál ese pensamiento ha aparecido.
Sabemos que, a lo largo de 16 horas de vigilia, tenemos alrededor de 4000 pensamientos. Algunos de ellos, con una duración de escasos segundos.
Asimismo, se ha hallado que durante el tiempo que permanecemos despiertos, aproximadamente la mitad de nuestras cogniciones, no están relacionadas con lo que estamos haciendo o atendiendo.
Entre todos esos pensamientos, aparecen los pensamientos automáticos negativos. Para algunas personas, no generan un elevado malestar ni interrupción en el día a día. En cambio, para otras sí y tratan de ejercer control sobre ellos para suprimirlos.
La supresión del pensamiento ha sido ampliamente estudiada en el campo de la psicología. Cabe señalar que, los diferentes resultados de los estudios no permiten afirmar con rotundidad el hecho de que intentar suprimir un pensamiento genere el efecto paradójico de que se presente con mayor fuerza. De hecho, existen técnicas como la «parada del pensamiento», la cual, cuenta con evidencia científica demostrada cuando se aplica en determinados casos.
No obstante, en esta ocasión, veremos la visión de los efectos de la supresión del pensamiento, a partir de los estudios del pionero en su investigación, Daniel Wegner.
León Tolstoi y la supresión del pensamiento
El experimento que llevó a cabo Wegner , tiene su origen en la conocida vivencia personal del escritor Tolstoi. Tolstoi, relató en su anécdota, que el grupo de amigos de su hermano le propuso una prueba para poder ser un integrante más del grupo. La prueba consistía en que debía permanecer en un lugar concreto y no podría moverse de él hasta que dejara de pensar en un oso blanco. Tolstoi se encontró con que aquella prueba era más difícil de lo que aparentaba en inicio, ya que, permaneció en ese lugar durante varias horas. De hecho, señaló que cuanto más se esforzaba en no pensar en un oso blanco, más le aparecía en el pensamiento.
En palabras de León Tolstoi: “Intente imponerse la tarea de no pensar en un oso polar y verá al maldito animal a cada minuto”.
Experimento del oso blanco
En el año 1987, los autores Wegner,Schneider, Cárter y White, realizaron unos experimentos dirigidos a comprobar dos hipótesis:
- Intentar suprimir pensamientos conlleva una gran dificultad.
- Cuando se logra suprimir un pensamiento, éste vuelve a la mente con mayor fuerza.
Para ello, se seleccionó a un grupo de estudiantes universitarios a los que previamente se les instruyó en la técnica de verbalización del flujo de conciencia. Con ella, entrenaban la habilidad de poder expresar todo lo que pasaba por su mente, es decir, eran capaces de exteriorizar en su totalidad lo que pensaban.
ESTUDIO 1
Para este primer experimento se organizó al grupo de estudiantes en dos grupos aleatorios.
Al primer grupo, se les indicó que durante 5 minutos fueran verbalizando lo que pensaban. Además, deberían suprimir cualquier pensamiento sobre un oso blanco que les viniera a la mente. A su vez, cada vez que pensaran en un oso blanco deberían tocar una campana.
Más adelante, a los integrantes de este grupo se les planteó la tarea de pensar en un oso blanco e indicar cuando éste apareciera en su mente.
Por otro lado, al segundo grupo se le indicó, en primer lugar, que debían pensar en un oso blanco y, más adelante, recibían la instrucción de no pensar en ello. Es decir, recibían las mismas indicaciones que el primer grupo, solo que en orden inverso.
¿A quién le costó más no pensar en un oso blanco?
Los autores del experimento encontraron dos resultados. Por un lado, concluyeron que conllevaba una gran dificultad la acción de no pensar sobre un estímulo, en otras palabras, de supresión del pensamiento. Tanto era así que, los experimentadores registraron en los participantes pensamientos de un oso blanco más de 1 vez por minuto.
Por otro lado, los participantes del primer grupo, en comparación con los del segundo, pensaban más en un oso blanco cuando se les instaba a que pensaran en ello. Por lo tanto, a aquellas personas que primero se les había prohibido pensar en un oso blanco, eran las que más pensaban en ello cuando se les animaba a pensarlo.
¿Qué nos ocurre cuando nos eliminan la prohibición de pensar sobre algo?
Wegner y el resto de su equipo concluyeron a la luz de estos resultados que, cuando se pide suprimir un pensamiento, las personas tienden a mantenerlo más presente a nivel de conciencia. A su vez, cuando a dichas personas se les deja de pedir que supriman dicho pensamiento se encuentran que está mucho más presente.
A si mismo, plantean que si durante el tiempo en el que se le plantea a la persona que no puede pensar sobre algo, se le diera algo en lo que sí puede pensar, se eliminaría el efecto rebote observado en este experimento.
Para poder poner a prueba esta hipótesis, Wegner y sus colaboradores diseñaron un segundo experimento.
ESTUDIO 2
Para realizar este experimento utilizaron como en la anterior ocasión una muestra de estudiantes universitarios.
En esta ocasión, dividieron a los estudiantes en 3 grupos y crearon 3 condiciones experimentales. Dos de ellas eran iguales que en el estudio anterior. En la tercera condición experimental se reproducía la situación del primer grupo del estudio. No obstante, en la parte donde los participantes debían suprimir el pensamiento del oso blanco, se les pidió que cuando éste les viniera a la mente, trataran de pensar en un Volkswagen rojo.
¿La distracción ayuda a no pensar en lo que nos desagrada?
Por un lado, Wegner y su equipo encontraron que el pensamiento del oso blanco estaba más presente en los grupos donde se había pedido en un primer momento que trataran de no pensar en ello. Es decir, se repitieron los resultados del Estudio 1 y mostraron consistencia con el mismo.
Por otro lado, en aquel grupo donde se les indicaba que pensaran en el Volkswagen rojo para poder distraerse de la imagen del oso blanco, encontraron que disminuyó la frecuencia de pensamiento del oso. Asimismo, encontraron resultados similares a los hallados en el grupo que comenzaba con expresión del pensamiento y posterior supresión. En consecuencia, confirmaron la hipótesis inicialmente planteada.
El Inventario de Supresión del Oso Blanco (WBSI)
En el año 1994, Wegner y Zanakos elaboraron un test que permitiera evaluar la tendencia de las personas de intentar suprimir el pensamiento.
Estos autores, encontraron que los intentos de supresión de pensamiento estaban presentes en una variedad de problemáticas de salud mental. Por ejemplo, en el TOC, los trastornos depresivos, los Trastornos de ansiedad, la hipocondría etc.
Mediante el Inventario de Supresión del Oso Blanco, por un lado, pretendían identificar a aquellas personas que presentaban una tendencia natural de intentar suprimir cogniciones que les resultaban molestas o indeseables. Y, por otro lado, poder estudiar en estas personas otras características que pudieran facilitar el desarrollo de un trastorno mental.
Hoy en día, este instrumento es ampliamente utilizado, ya que, permite evaluar la tendencia de las personas a intentar no pensar en aquello que les genera un malestar, así como, la dificultad que encuentran en no prestar atención cuando este tipo de pensamientos aparecen.
Bibliografía
Jorge Barraca Mairal. ¿Aceptación o control mental? Terapias de aceptación y mindfulness frente a las técnicas cognitivo-conductuales para la eliminación de pensamientos intrusos. Análisis y modificación de conducta, ISSN 0211-7339, ISSN-e 2173-6855, Vol. 37, Nº. 155-156, 2011, págs. 43-63.
BELLOCH, A. y MORILLO, C.(2002). EFECTOS DE LA SUPRESIÓN DE PENSAMIENTOS NEUTROS Y PENSAMIENTOS INTRUSOS ANÁLOGOS A LAS OBSESIONES EN SUJETOS NORMALES. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2002, Volumen 7, Número 3, pp. 177-193
Wegner, D.M., Schneider, D.}., Cárter, S.R., y White, T.L. (1987). Paradoxical effects of thought suppression. Journal of Personality and Social Psychology, 53, 5-13.